uno de los artistas más polifacéticos del siglo XX español.
Además de sus aportaciones al mundo del arte,
la historia del traje le debe uno de los trajes más famosos
de todos los tiempos, inspirado en los chitones jónicos
de la antigua Grecia.
Creado en 1907, este vestido inicia un movimiento
de recuperación del cuerpo y el movimiento de la mujer
dentro de un vestido.
Es un vestido envuelto en el misterio: por un lado,
su famosa gama cromática, de matices irisados,
que el artista empleó en su fabricación, elaborados
con antiguas recetas tintoreras y materiales naturales.
Se dice que su viuda, al morir Fortuny, tiró a un río
todas las muestras para que nadie fuera capaz de copiarle su arte.
Y lo consiguió porque, aún hoy, todavía se desconocen
las fórmulas empleadas y su imitación perfecta es imposible.
Igual de inimitable es su plisado, cuya perfección
permite transportarlo, potenciando su belleza,
en unas pequeñas cajas que el autor hacía para ese fin.
El plisado, patentado en 1909, aún hoy es la obsesión
de muchos investigadores por la indescifrable técnica que utiliza.
El Delphos se llevaba sin ropa interior y su corte es muy sencillo:
cuatro o cinco paños de tejido unidos entre sí por los anchos
conforman la figura filiforme y cilíndrica que conocemos.
Si el modelo llevaba mangas, las aberturas laterales se unen
con el borde del cuello mediante una lazada,
bellísimamente rematada por unas cuentas de cristal
de Murano, fabricadas, ex profeso, para el vestido.
Por su especial concepción, el Delphos fue alabado
por toda la intelectualidad de su época y vestido por muchas
artistas famosas, como Isadora Duncan.
La grandiosidad del nuevo traje de los artistas trascendió tanto,
que incluso Proust se dedica a él en su obra
"En busca del Tiempo Perdido."
Recientemente, se nombra en el libro
"El tiempo entre costuras "de la autora
María Dueñas.
En la actualidad, muchas mujeres, como Madonna
o Natalia Vodianova, siguen usando este traje inmortal.
Fuentes: Amigos del museo del traje
Vistelacalle.com