sábado, 19 de enero de 2013
El hábito no hace al monje
Lo que quiere decir esta expresión española es que a veces
las apariencias engañan y no sólo porque intentemos
escondernos bajo un disfraz para intentar aparentar algo,
somos ese algo que pretendemos.
No porque una persona vaya con ropa deportiva
es un deportista de élite, ni otro porque lleve gafas es un erudito,
ni el que lleve buena ropa tiene que ser necesariamente rico.
A veces las apariencias engañan y cuando desvelamos
la mentira, podemos utilizar entonces la frase de hoy,
el hábito no hace al monje.
Por más que uno se esfuerce en dar la apariencia
de algo que no se es, nunca se llegará a serlo realmente.
Se cree que este refrán tiene su origen en la época
en que los monjes solían vestir de gala,
como San Norberto y San Bernardo,
que usaban yelmo y espuelas doradas,
y por ello ofrecían más bien el aspecto
de caballeros que el de eclesiásticos.
El término hábito presenta dos acepciones básica:.
Una es aquella que lo presenta como una práctica
cotidiana, de donde se desprende habitual.
La otra, nos dice que se trata de un determinado
aspecto exterior, más precisamente de la indumentaria
que lucen algunas personas dedicadas a cuestiones religiosas.
El contenido de la alocución nos precisa que una persona
no debe ser juzgada o evaluada por su apariencia sino
por sus hechos, pues hay monjes o sacerdotes
que visten los ropajes más adecuados pero que dejan mucho
que desear en su vida diaria.
Extendiendo el concepto al uso de la sociedad,
tenemos que se aplica a los casos en que,
por ejemplo, una persona ostenta un cargo pero que, en verdad,
no reúne las cualidades que debería tener para ocupar el mismo.
Fuentes:
wordpress.com
esacademic.com
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